El guardián entre el centeno
De El guardián entre el centeno se puede decir que es un libro que se lee fácil, lo cual es toda una virtud. Narra lo que le acontece a Holden Caulfield, un joven de quince años, desde que le expulsan de la escuela en la que vive en régimen de internado, hasta que regresa a su casa. Apenas unos días en los que Holden vagabundea por las calles, parques, moteles cochambrosos y bares de mala muerte de Nueva York, sin atreverse a regresar al hogar para informar a sus padres de una nueva expulsión y sin saber qué hacer con su vida ni donde terminarán sus huesos.
La novela está escrita en primera persona, y Holden, al comienzo, trata de explicarnos quien es con estas palabras:
“Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero que querrán saber es donde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y que hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso.”
¿Verdad que les ha parecido escuchar a un adolescente desorientado? Pues más o menos así es todo el libro en el que se repiten continuamente expresiones como, “Jo”, “Bueno”, “quiero decir”, “la gente no se da cuenta nunca de nada” y siempre hay algo que “me deja sin habla” y en general “me sentí como un gilipollas allí solo”.
El título de El guardián sobre el centeno es una traducción un tanto inexacta de “The Catcher in the Rye” y hace referencia a un pasaje en el que Holden narra cómo le gustaría estar al borde de un precipicio, entre el centeno, vigilando para que los niños no caigan en él. “Ser el guardián entre el centeno y todo eso. Sé que es una locura, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer” Lo cual nos da idea de su alto grado de desorientación, pero también refleja una inocente etapa de la vida en la que las cosas que creemos importantes, como forjarse un futuro, pasan a un segundo plano.
“Lo que de verdad me vuelven loco son esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle por teléfono cuando quisieras”. En este caso tendríamos que llamar a J. D. Salinger, su autor, un ser tan extraño como el personaje que forjó. Salinger nació en Nueva York en 1919 en el seno de una familia judía acomodada. Mal estudiante, en 1942 se alistó en el ejército y participó en alguna de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Normandía, la del bosque de Hürtgen, la de las Ardenas… fue de los primeros en entrar en un París liberado y en el campo de concentración de Dachau, acumulando un bagaje de horrores de difícil recuperación. Regresó a Nueva York y publicó El guardián sobre el centeno, que le proporcionó fama y dinero, hasta la fecha se han vendido más de 60 millones de copias del libro. A partir de entonces se recluyó cual ermitaño, celoso de una intimidad acosada por la fama de haberse convertido en un escritor de culto. Muchas mujeres pasaron por su vida, ninguna novela más, y algunos pocos cuentos. Salinger es Holden y poco más, murió a los 91 año, fue enterrado y no creemos que su tumba sea como aquella que imaginó Holden: “Creo que si algún día me muero y me meten en un cementerio y me ponen encima una lápida que diga Holden Cauldfield y el año en que nací y el año de mi muerte, debajo alguien escribirá: “Que te jodan”. De hecho estoy convencido”.
CONSEJOS PARA LEER EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO
-Como hemos dicho el libro se deja leer, y al protagonista se le coge cariño casi de inmediato, tan perdido resulta que nos provoca ternura.
-Se trata de un libro de culto, especialmente para los adolescentes que ven Holden un modelo a seguir, pero lamentablemente también para más de un perturbado, como es el caso de Mark David Chapman quien mató a John Lennon el 8 de diciembre de 1980, y tras el asesinato se puso a leer tranquilamente la novela hasta que fue detenido.
-Hemos leído, y recomendamos, la edición de Alianza Editorial con la acertada traducción de Carmen Criado.