El acorazado Potemkin

No les vamos a pedir que se vean el acorazado Potemkin, sería excesivo, tan solo que contemplen una escena, la escalera de Odesa. Les ponemos en contexto: estamos en el año 1925 en la Unión Soviética, ha triunfado la revolución y ya tenemos al sanguinario Stalin gobernando el país.
Son los albores del cine y todo está por inventar, cuando un joven cineasta de veintisiete años rueda una película sobre la reciente y trágica sublevación de la tripulación del acorazado Potemkin, en la que los actores gesticulan más de lo que deberían, el guión parece un panfleto comunista y el ritmo es lento, muy lento, pero en el que el cine todavía tenía unas más altas e ingenuas aspiraciones, las de hacer Arte con mayúsculas.
Eisenstein nace en Riga en 1898, en lo que ahora es Letonia y entonces era parte del imperio ruso. De origen judío, empieza haciendo teatro y muy pronto lo abandona para dirigir cine e investigar con esta nueva herramienta que llena las salas y asombra al público. El Estado Comunista se inmiscuye en todos los aspectos de la vida y, cómo no, convierte al cine en un arma de propaganda con la que proclamar al mundo a los gloriosos héroes que dieron lugar a la revolución triunfante. En estas espesas aguas navega el acorazado Potemkin, un mar de camaradas y puños en alto que para cualquier otro hubieran supuesto un hundimiento seguro pero que la dirección de Eisenstein consigue llevar a buen puerto, imponiendo su visión artística sobre tan adversas circunstancias.
Llegamos entonces a la famosa escena, la escalera de Odesa, que relata los hechos más o menos históricos en los que las tropas zaristas atacaron a unos manifestantes indefensos provocando centenares de víctimas. En realidad no hubo tal escalera pero el genio de Eisenstein la creó para dar mayor dramatismo a la acción, para que los soldados descendieran por ella a paso marcial con sus relucientes y altas botas y el carrito con un niño rodada sin control hasta el desenlace final. Escalón a escalón, plano a plano, en un montaje excepcional, que iba a servir de escuela a toda una generación de cineastas que aprendieron que el cine podía aspirar a algo más que a ser un mero entretenimiento.
Y ahora que han visto la escena, y si son cinéfilos de pasión, vean la película completa. En este caso sabrán también apreciar alguna de las otras obras más famosas de Eisenstein, como Octubre que narra la revolución de los soviets, Alejandro Nevski con su lograda escena de la batalla sobre el hielo y la trilogía de Iván el terrible, en la que te entra la risa con las caras y posturas del terrible Iván, pero ¿Qué quieren?, era otra época, no se hablaba y con los gestos había que expresarlo todo, a veces más de la cuenta. Eisenstein hizo un intento por trabajar en Hollywood pero después de haber rodado lo que rodó para los comunistas encontró demasiadas dificultades en el paraíso del capitalismo, así que tuvo que regresar a su país con las manos vacías y defraudado. Murió a los cincuenta años de un infarto fulminante, y nos dejó con la duda de saber cómo habrían sido sus películas con un poco más de libertad y un poco menos de artificio, seguramente mejores de lo que fueron.
CONSEJOS PARA VER EL ACORAZADO POTEMKIN
En realidad, si usted no aspira a ser un erudito del séptimo arte, no se la recomendamos, es una película muy lenta, casi aburrida de pura propaganda. No obstante hay que concederle el mérito de los precursores, valorar la fina sensibilidad de su autor, y desde luego recordar muchas de sus escenas, que fotograma a fotograma, han pasado a formar parte de la historia del cine.
Puede ver la película descargándosela directamente de alguna de las plataformas disponibles en internet. En cualquier caso lo mejor es ir a alguna reposición en algún club o filmoteca, que en la oscuridad de la sala grande es donde mejor se aprecia este tipo de cine.