The sun also rises – Fiesta
Fiesta fue el primer libro del escritor y Premio Nobel Ernest Hemingway, y, cuando lo iba a entregar a la imprenta, le cambió el título por el de The sun also rises, que significa el sol también sale, que sin ser lo mismo se le parece.
Pensó que Fiesta, en castellano, no iba a ser entendido por el público anglosajón, pero se equivocó, porque fiesta (¡Qué gran palabra!) ha pasado a formar parte del vocabulario universal.
La novela narra las aventuras Jake Barnes, un periodista norteamericano que fue herido en la primera guerra mundial y quedó impotente, y que está enamorado de Brett Ashley, una sofisticada y joven enfermera que le cuidó en el hospital, y cuya relación es imposible. Ha pasado el tiempo y se reencuentran en París, donde todo son fiestas y noches de juerga. En la novela se bebe mucho y se trasnocha más, de ahí el título del libro. En un ir y venir de personajes Jake se va a Pamplona con un reducido grupo de amigos, entre los que se encuentra Brett, a disfrutar de las fiestas de San Fermín, que Hemingway nos describe así: “La fiesta había comenzado de verdad, e iba a durar así, día y noche, a lo largo de una semana. (…) Ocurrían cosas esos días que solo podían suceder durante unas fiestas. Todo adquiría un tinte de irrealidad y parecía que nada de lo que pudiera pasar en esos días pudiera tener consecuencias”. Y yo, que soy de Pamplona, y que he vivido los Sanfermines desde que tengo uso de razón (es decir, desde que empecé a beber), puedo dar fe de ello.
Hemingway, con The sun also rises, popularizó los Sanfermines, que pasaron de ser un acontecimiento más o menos provinciano a unas fiestas universales. Más de un millón de personas pueden llegar a pasar por Pamplona, donde, se celebra, con la salida del sol, el encierro, una carrera de singular peligro que es pura emoción, y una de las experiencias más fascinantes que puedas llegar a tener si te anima a correr.
En uno de los capítulos Hemingway describe el encierro, y la muerte de uno de los corredores, que, probablemente, presenció. Se trata de un libro más o menos autobiográfico, porque el escritor fue voluntario a la primera guerra mundial con diecinueve años, resultó herido (en la pierna, no en otras partes), se enamoró de una enfermera, Agnes von Kurowsky, con la que quiso casarse pero que le dejó por un apuesto italiano, residió en Paris como corresponsal en el extranjero del Toronto Star y disfrutó de las fiestas de San Fermín siempre que pudo. Todo un personaje, que vivió la vida al límite hasta que se suicidó. En su descargo cabe decir que el hombre estaba depresivo, bebía demasiado, tenía dolorosas secuelas de sus numerosos accidentes y que, el suicidio, era un recurso hereditario en el trágico historial de su familia: su padre, dos de sus hermanos y una nieta se suicidaron. La muerte y la vida, el encierro y la fiesta, dos polos opuestos que Hemingway describe con maestría en The sun also rises.
CONSEJOS PARA LEER THE SUN ALSO RISES – FIESTA
Se trata de un libro que se acerca a las trescientas páginas, tiene tres partes, París, Pamplona y Madrid, y está escrito de forma amena, con un estilo sencillo en el que abundan los diálogos. Hemos leído la edición DEBOLSILLO de Contemporánea que tiene una muy buena traducción de Joaquín Adsuar y un interesante prólogo de Juan Villoro. Otros libros que recomendamos del mismo autor son El viejo y el mar y ¿Por quién doblan las campanas?
Hemingay es el máximo representante de la generación perdida. El término fue acuñado por Gertrude Stein, una escritora que convivió con Ernest en París, y que el escritor popularizó al ponerlo como epígrafe precisamente en Fiesta. Hace referencia a los jóvenes que participaron en la primera guerra mundial, que sufrieron sus consecuencias y que vivieron el periodo de entreguerras desorientados, tratando de exprimir la vida en cada instante.
La huella de Hemingway en Pamplona y en Navarra es profunda. Solía llegar antes de San Fermín para ir a pescar y disfrutar de la pureza de los montes y ríos de esta generosa tierra. Puedes encontrar su estatua junto a la plaza de toros de Pamplona y en el Café Iruña, que tanto frecuentó, hay otra estatua a tamaño real en la que se le representa apoyado en la barra como esperando a que le invitemos a una copa. ¡A tú salud, Ernest, y a la de todos los que saben brindar por la vida!