Los cachorros de Vargas Llosa
Los Cachorros de Vargas Llosa narra una vida arruinada, la del niño Cuéllar, quien, por obra y desgracia del mordisco de un dogo alemán, se convirtió en Pichulita. Estamos en Perú, en el barrio de Miraflores de Lima, y al colegio religioso Champagnat llega un nuevo alumno que pronto se arrima al grupo que conforman Choto, Chingolo, Mañuco y Lalo, que “eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces” y cuya mayor aspiración era jugar al fútbol.
Pero un día todo se tuerce cuando, después de un entrenamiento, Judas, el perro que vigila el colegio, se escapa de su jaula y, entrando en el vestuario, arremete contra los muchachos y se ensaña con Cuéllar quien pierde su miembro viril.
Todavía son unos niños que no entienden tan trascendental pérdida, pero, cuando van creciendo y se van echando novias, el único que se queda soltero es Pichulita. Su vida va descarrilando en noches de alcohol y carreras de vértigo en el coche de su padre, una soledad que se convierte en desesperación al enamorarse de Teresita, a quien no se atreve a declararse porque sabe que nunca podrá cumplir como hombre con los deseos de su amada. Y así, de borrachera en borrachera, de locura en locura, hasta el final.
Tan breve relato se lee de un tirón porque la historia engancha y porque el relato está contando de forma ágil, en un estilo particular del que les ponemos como ejemplo el texto en el que se describen los trágicos acontecimientos que convierten a Cuéllar en Pichulita:
“Lalo chilló se escapó mira hermano y alcanzó a cerrar la puertecita de la ducha en el hocico mismo del danés. Ahí, encogido, losetas blancas, azulejos y chorritos de agua, temblando, oyó los ladridos de Judas, el llanto de Cuéllar, sus gritos, y oyó aullidos, saltos, choques, resbalones y después sólo ladridos.”
En el libro faltan comas, se superponen las descripciones con las exclamaciones, y la tercera y la primera persona se confunden en el narrador, con lo que puede resultar un tanto confuso de leer. Habrá que añadir a este guirigay muchas palabras características de Perú (tofis, chanconcito, chápate ésta papacito, sonsito, melcocha, fruna, etc.) que hace que nos preguntemos si hablamos el mismo idioma, pero esta es una riqueza más de la lengua que nos une como hermanos.
Termina el libro con una resignada mirada sobre la juventud perdida, en ese momento en el que el cuerpo se vuelve blando, se empieza a usar gafas para leer, y aparecen las primeras arrugas y pecas en la cara. Entonces la amistad borra los reproches y cubre con un manto de compasión la desgracia de los seres que hemos querido.
CONSEJOS PARA LEER LOS CACHORROS DE VARGAS LLOSA
Se trata de un libro corto, apenas un cuento, que se lee muy rápido. Es una prosa un tanto particular, pero que, una vez le has pillado el tranquillo, resulta agradable de leer.
Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú) es uno de los grandes escritores latinoamericanos, quien, con su primera novela, La ciudad y los perros, recibió el Premio Biblioteca Breve y el Premio de la Crítica Española que le abrieron el camino de su exitosa carrera como escritor. En su día leímos el mencionado libro y su estilo se asemeja bastante al de Los Cachorros. El otro libro que hemos leído es La guerra del fin del mundo, que narra los hechos históricos de la insurrección de los más miserables del Brasil, quienes, en su desesperación, siguieron las enseñanzas de un religioso fanatizado, el Consejero, hasta el desastre final.