La infancia de Iván
La infancia de Iván no es la obra más característica del singular cineasta ruso que fue Andréi Tarkovski pero la seleccionamos aquí porque es la más amena, y cuando la vean dirán: “¡Si esta es la más amena habrá que ver el tostón que son el resto!”, y tendrán razón…
salvó que pertenezcan a esa rara especie cinematográfica con el cerebro algo desquiciado y una paciencia a prueba de letargos, y entonces se producirá una extraña alteración en las querencias y Tarkovski será encumbrado al altar de los más grandes, como me pasa a mí.
El cine de Tarkovski es irracional, porque el arte lo es, y Tarkovski, más que ningún otro, rompió todos los moldes de los argumentos convencionales para crear un cine tan particular que solo puedes amarlo u odiarlo. En general se odia, y lo entendemos, a mí también me pasa en ocasiones, esos planos fijos larguísimos y movimientos de cámara lentísimos, esos diálogos filosóficos y argumentos a los que no encuentras la lógica y, sin embargo, las imágenes que contemplamos asombrados en la gran pantalla son pura poesía, un fotograma tras otro que no tiene más aspiración que la de mostrar la belleza. Como una imagen vale más que mil palabras les dejo el tráiler de Sacrificio, para que lo disfruten y entiendan de qué les hablo.
La Infancia de Iván fue su primera película y está basada en un cuento de Vladímir Bogomólov, en el que un chico, apenas un niño, se convierte en espía de las tropas rusas durante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial. Iván, genialmente interpretado por Nikolái Burliáyev, ha perdido a su familia asesinada por los nazis y vaga por los campos de batalla en busca de venganza. Es tan pequeño que es el único que puede arrastrarse bajo las alambradas y regresar para informar de la localización de las tropas enemigas, una labor solo apta para los hombres más duros, para los corazones más arriesgados o para aquellos que lo han perdido todo. ¡Pobre Iván! ¡Tú que solo querías correr por la playa jugando al escondite! Ahora te escondes en las ciénagas para que no te maten.
Andréi Tarkovsky rodó siete películas durante sus veinticinco años como cineasta, la infancia de Iván, Andréi Rubliov, Solaris, el Espejo, Stalker, Nostalgia y Sacrificio, y su carrera sorteó como pudo la censura de las autoridades comunistas y se mantuvo siempre fiel a su original concepción del cine, que recogió en un libro titulado “Esculpir en el tiempo”. Su última película, Sacrificio, la rodó en el exilio, en Suecia, con el equipo de rodaje de su admirado director Ingmar Bergman, y terminó de montarla en la cama del hospital donde estaba postrado por un cáncer de pulmón que finalmente se llevó su vida y su visión del arte.
CONSEJOS PARA VER LA INFANCIA DE IVÁN
No queremos insistir pero la Infancia de Iván, como todo el cine de Andréi Tarkovski, solo es apta para almas empecinadas en las trémulas brumas de la melancolía. Está rodada en blanco y negro, es lenta y en ocasiones incomprensible, pero es el cine llevado hasta las mismas puertas del arte, así que usted mismo.
La infancia de Iván recibió el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, está considerara una obra de culto y tiene una pequeña pero fiel legión de seguidores. Las demás películas de Tarkovski resultan contraindicadas para el público en general.
En toda su filmografía la fotografía es excepcional, así como la ambientación y las interpretaciones de los actores. La música apenas hace acto de presencia, pero cuando lo hace resuena bajo los acordes del genial Johann Sebastian Bach y, entonces, las imágenes que contemplamos alcanzan otra dimensión.
Next time I read a blog, Hopefully it wont fail me as much as this particular one. I mean, Yes, it was my choice to read, however I really believed you would have something helpful to talk about. All I hear is a bunch of whining about something you could fix if you werent too busy searching for attention.