La gente tiende a evitar problemas, yo los busco. Me gustan los problemas, puedo afirmar que me ponen cachondo y no puedo evitarlo. Les pondré un ejemplo.

TRATADO SOBRE EL INNOBLE ARTE DE HACER DE LA VIDA UN PROBLEMA

PROBLEMA Nº1
Me he enterado hace poco que un vecino se ha hecho de Podemos, lo sé con certeza porque así como en la Alemania nazi muchos alemanes se dejaron bigotillo a semejanza de su amado líder, mi vecino se ha dejado crecer una hermosa coleta que ciñe con goma elástica. Lo lógico en un ser como yo que siente un profundo desprecio por la política sería dejar correr el asunto y hablar del tiempo en nuestros ocasionales y poco frecuentes encuentros. Pero no, mi lógica no sigue estos parámetros, y en cuanto le vi luciendo su larga melena supe que ahí había una oportunidad. Al día siguiente me compré una chapa de Vox y me hice el encontradizo para subir juntos en el ascensor con mi chapa al pecho y una estudiada cara de ingenua inocencia. El primer día me miró con asombro, el segundo con profundo desprecio y el tercero no se pudo aguantar y me insultó con gesto amenazante. Le respondí que no era para tanto “colega”, y que tanto más me daba ser de la extrema derecha como de la izquierda, pero que ahora me había dado por la derecha, “fíjate tú”. En ese momento supe que tenía un problema, y casi me corro del gusto. A partir de entonces he comenzado a recibir notas amenazantes en el buzón, mi felpudo ha desaparecido y me han rayado la puerta de casa. Yo, por mi parte, en cuanto le veo me pongo la chapita de los cojones, y ha habido tardes aburridas de domingo en las que he llegado a estar acechante en el portal solo por el placer de encontrármelo. Tengo un problema, lo sé, y ¡Dios bendito, como lo disfruto!

PROBLEMA Nº2

Me he enterado que tengo un vecino de Vox. Me he comprado una chapa de Podemos.

PROBLEMA Nº3

Fin de semana. He quedado con dos colegas, los únicos que me quedan, para tomar unas cervezas e ir de discoteca. Estando en medio de la pista me he fijado en una rubia entrada en años de sinuosas caderas que se contoneaba en una exagerada danza. No me gustaba, la verdad, y no tenía ninguna intención de hacer lo que hice, pero resultó inevitable porque descubrí “el problema”. La rubia llevaba anillo de compromiso y eso supone siempre una fuente inagotable de problemas. Me sentí tan excitado que inicié un baile de insinuante movimiento pélvico que atrajo a la señora. Bailamos como si estuviéramos solos y desnudos en la más profunda de las oscuridades hasta que llegó el de seguridad y dijo que ya era suficiente, que abandonáramos la pista. Aproveché el desalojo para besarla e invitarla a mi piso, y cuando dijo “no puedo, estoy casada y esto me puede traer muchos problemas” me puse tan cachondo que tuve una erección que me duró hasta el día siguiente. Como soy un caballero la dejé marchar, no pillé cacho pero no me importó, el placer de saber que había creado un problema satisfizo con creces mis instintos más primarios.

PROBLEMA Nº4

Me he follado a la rubia. Resulta que no estaba casada, el anillo era un atrezo que utilizaba para disimular su prolongada soltería. No volveré a verla ni aunque se case, eso no se hace.

PROBLEMA Nº5

Me he levantado temprano y he ido a por el pan. El panadero es un hombre majo, afable y que siempre te recibe con una sonrisa. 1,20 la barra de pan. He revuelto en los bolsillos y al tacto he comprobado que tenía monedas suficientes para la transacción… entonces he atisbado el problema. En vez de sacar las monedas he cogido la cartera y le he dado un billete de cincuenta euros. “¿No tienes monedas?” me pregunta el pobre hombre. Claro que tengo, pero es que no quiero pan, yo quiero problemas y tú me los vas a dar, he pensado. “No, lo siento mucho” contesto con cara de profunda tristeza. El hombre se resigna y me da el pan y el cambio, sonríe como siempre, pero a la tercera vez en la misma semana que le doy un billete de cincuenta euros se enfada, me dice que ya está bien y que él no es el banco de España para dar tanto cambio. “Yo no tengo la culpa, es que no tengo monedas…” y ahí fue cuando más disfruté. Volví un par de veces más pero a la sexta se acabó, me dijo que me fuera. Ahora voy a otra panadería, el pan es peor y el encargado no sonríe, pero le doy el cambio justo. Los problemas me encantan pero en mi barrio las panaderías son escasas.

PROBLEMA Nº6

Mi jefe es un problema en sí mismo, lo tiene todo, es vago, es incompetente, es maleducado, es engreído, es despótico, es ordinario, es… maravilloso, lo adoro. Entro en la oficina, lo veo y no veo más que problemas, no puedo tener un jefe mejor.

PROBLEMA Nº7

A la secretaria del jefe le tengo simpatía. Es una jovencita con cara agradable que no ha de durar mucho tiempo. Antes de que la despidan la invito a salir. No dice ni que sí ni que no, pero creo que le gusto. En la cena de empresa me siento a su lado y no paro de llenarle la copa hasta que sé, por cómo me ríe la poca gracia que tengo, que nos vamos a enrollar. Terminamos la noche en la disco y luego en mi piso. La contemplo mientras duerme plácidamente a mi lado, todo ha sido perfecto pero no estoy feliz, siento un regusto amargo… es la ausencia del Problema.

PROBLEMA Nº8

Han despedido a Isabel y he bloqueado su número de teléfono. Fin del problema.

PROBLEMA Nº9

Hace poco estuve tentado de hacerme político. Son unos genios creando problemas donde no los hay, yo creo que lo hacen para no resolver los auténticos problemas. Conscientes de su incapacidad para solucionar el paro, las pensiones, o el sistema de salud público… inventan nuevos problemas que a nadie le importan para disimular su incompetencia. En su búsqueda constante de la bronca y los titulares encuentran un filón inagotable en el nacionalismo que les da estupendos resultados. Arman un follón, enarbolan una bandera, insultan a los que no son de los “suyos” y muchos les hacen caso. El nacionalismo es genial, yo lo adoro por ser una fuente inagotable de problemas. Al final no me hice político por una simple cuestión de higiene personal.

PROBLEMA Nº10

No tengo vocación alguna, solo sé que me gustan los problemas. Cuando terminé el colegio y mi padre me preguntó que qué iba a estudiar le miré con desolada incertidumbre. Ni idea pensé, pero mi padre en ese momento tenía un periódico en sus manos y el titular decía: “COMIENZA LA HUELGA DE MÉDICOS Y ENFERMOS” y fue como una iluminación. Los médicos se entiende pero ¿los enfermos? Imposible, pero eso daba igual, no importa la verdad solo el titular y para que este realmente impacte hay que generar conflicto, y a mí eso se me da realmente bien. “¡Periodista!” le contesté con una sonrisa triunfal. Mi padre, que me conocía bien, me dio su aprobación. “Hijo, con lo hijo de puta que eres vas a ser un gran periodista”. Y en ello estoy.

PROBLEMA Nº11

Hoy he hecho una entrevista a un pobre hombre. Había encontrado una seta de cinco kilos, la más grande de toda la temporada. El hombre estaba de lo más contento pero la entrevista no tenía punch, le faltaba algo, no sé, el conflicto. Así que le he preguntado que qué opinaba de los “Robasetas”, esos urbanitas que van al campo los fines de semana a llevarse lo que los aldeanos consideran suyo. Me ha respondido con educadas evasivas, he insistido sobre el tema, y al final ha dicho: “Hay que ser respetuoso con la naturaleza y no abusar de sus frutos”, suficiente para mí. Titular: LOS ROBASETAS SAQUEAN EL BOSQUE. El experto… (con nombre y dos apellidos) asegura que un grupo de enfurecidos domingueros le quisieron robar su seta de cinco kilos y que pudo escapar a duras penas… golpes y magulladuras de un informe médico ficticio. Gran éxito de entradas en la edición digital y felicitación de mi superior. A la tarde me ha llamado el pobre hombre para protestar pero no le he cogido el teléfono.

PROBLEMA Nº12

Soy un cazador al acecho de problemas, y soy muy bueno en eso. Estaba en una cafetería y he visto a un hombre entrar a toda prisa buscando algo desesperado. En ese instante he intuido el problema, he corrido al baño y me he encerrado en una urgencia inexistente. El hombre ha empujado la puerta pero, lo siento, ocupado. Un minuto, dos, golpes en la puerta “¿Puede darse prisa por favor?” tres minutos, cuatro, al quinto salgo indiferente a sus prisas, entra y cierra dando un portazo. Me lavo las manos saboreando el problema cuando escucho “¡¡¡Me cago en la puta que se ha acabado el papel de baño!!!”. Claro que se ha acabado, ¡cagón!, como que me lo he llevado yo.

PROBLEMA Nº13

Mis padres, a los que adoro, me pusieron por nombre Rogelio porque les gustaba mucho la marioneta aquella de Doña Rogelia. Era una vieja repelente que una ventrílocua hacía gesticular de un lado para otro diciendo sandeces. Mis padres me contaron que un día se rieron tanto viéndola en la tele que decidieron que si tenían una hija la llamarían Rogelia. Salí yo y les cambié el género pero ellos no cambiaron el nombre. Con el paso de los años ya no les hizo tanta gracia, y viendo los problemas que les causé desde el mismo instante en que nací decidieron no buscar la parejita. Ya me tienen a mí, y les es más que suficiente, ¡Que se jodan!

PROBLEMA Nº14

Nadie me llama Rogelio, todo el mundo, incluso mis padres, me conoce por el diminutivo de Lío, por los muchos que provoco y los tantos en los que me meto. Una vez un compañero de trabajo muy educado se empeñó en mantener el original y en sacarme de mis casillas. Rogelio por aquí, Rogelio por allá, hasta que decidí tomar cartas en el asunto. Le empecé a llamar Rogelio, “Dale este informe a Rogelio” y lo señalaba “Rogelio no vendrá hoy que está enfermo” y no venía “¡Qué simpático es Rogelio!” y la verdad es que era un tipo majo, y así y poco a poco el nombre fue calando, y toda la redacción le fue conociendo por como yo le había bautizado. Fermín, que así se llamaba el pobre hombre, no sabía qué hacer, primero corregía con educación, luego se enfadaba y finalmente se resignó. Ahora es Rogelio y yo sigo siendo Lío.

PROBLEMA Nº15

Hoy he hecho una entrevista a un político local y en un momento dado me ha dicho una mentira sobre su rival en las elecciones. Le he replicado que eso no era posible, que conocía bien el tema y que lo que me estaba diciendo era falso. El político me ha mirado fijamente a los ojos y me ha recordado lo que ya sabía: “¿Qué prefiere usted una verdad o un titular?”. A la mañana siguiente el periódico ha aparecido con la mentira en primera página. Felicitaciones de los compañeros y llamada del agraviado exigiendo la rectificación inmediata. He quedado con él para hacerle una entrevista y me ha prometido una noticia sensacional sobre su rival. Los políticos son, sin duda, una garantía de grandes titulares.

PROBLEMA Nº16

Me ha llamado mi jefe para decirme que ha tenido varias protestas por la información que filtro en el periódico y me ha aconsejado que contraste más mis datos. Le he dicho que tengo una oferta del periódico rival, lo cual era totalmente falso, y que si no está contento conmigo no tenía ningún problema en marcharme. Me ha subido el sueldo y me ha regalado dos entradas para ver el futbol en el palco presidencial.

PROBLEMA Nº17

El fútbol, como deporte en sí, no me gusta pero me encantan sus aficionados, especialmente los más viscerales. Mi equipo preferido siempre es el contrario al de mi entorno más cercano. Cuando mete un gol mi “equipo preferido” me levanto gritando como un energúmeno para espanto de la afición rival. Todo era muy divertido hasta que un día casi me ostian y casi como que no.  Comprendí que debía moderar mi entusiasmo en su justa medida.

PROBLEMA Nº18

He ido al palco a ver el fútbol. A mi lado se ha sentado un hombre orondo con bufanda al cuello, así que ya sabía a qué equipo tenía que animar. Con el pitido inicial me comenta pensando que compartimos equipo “A ver si ganamos este partido y nos ponemos primeros” le sigo la corriente, pobre ingenuo, no sabe lo que le espera. Media parte de tedio y gol de “mi equipo”. Pego un salto que ni en las olimpiadas “¡¡¡Gooooooooooooool, Gooool, Gol!!!!” el pobre hombre me mira con espanto y balbucea “Pero yo pensé que…” No le dejo terminar “¡Gol y a tomar por el culo!”. No vuelve a dirigirme la palabra en todo el partido. Cero uno ganamos y pego otro salto que casi me descalabro “Ya te dije yo que les ganábamos a estos paquetes”.

PROBLEMA Nº19

Me encantan los pasos de peatones. Cuando veo a un peatón cruzando uno me lanzo con mi vehículo a toda velocidad para frenar en el último instante. La cara de terror de los peatones es maravillosa y la bronca que me montan después pura gloria. Yo pongo cara de compungido, junto las manos en señal inequívoca de arrepentimiento y según en que termine la bronca me voy en silencio o haciendo una peineta por la ventanilla.

PROBLEMA Nº20 (EL GRAN PROBLEMA)

Me he enamorado de la persona equivocada ¡Es genial, tengo un problema de imposible resolución! es Reme, una nueva compañera de redacción. Al verla entrar con su pelo corto y sus gafas de rock and roll he sentido la llamada de lo salvaje y le he dicho: “Hola, me llamo…” y me ha cortado con un contundente “¡Calla, hijo de puta, que ya sé quién eres!”. Me ha dejado sin habla y con el corazón en vilo, ¡Esta es mi chica! Me he enterado que su padre es el experto en setas.

PROBLEMA Nº21

Esta noche he soñado con Reme. Estaba desnuda haciendo fotocopias y cuando se me ha insinuado con un inequívoco guiño me he acercado como un sonámbulo para tocarle el culo. En ese instante la fotocopiadora ha empezado a vomitar papel y más papel inundando la oficina y haciendo desaparecer al objeto de mis deseos. En mi desesperación me he zambullido en el mar de fotocopias para descubrir horrorizado lo que estaba escrito en cada una de ellas: “Reme es tu problema de imposible solución” “Reme es tu problema de imposible solución” “Reme es tu problema de imposible solución” y así hasta el infinito. Ha sido algo orgiástico y finalmente me he despertado sudando y con una pegajosa polución nocturna que me ha dejado claro que Reme es el paraíso sin solución que estaba buscando.

PROBLEMA Nº22

Llego entre nervioso y excitado a la oficina. He intentado un nuevo y tímido acercamiento a Reme. Mientras estaba en la sala de descanso haciéndose un café me he hecho el encontradizo y he iniciado como quien no quiere la cosa una insustancial charla sobre el buen tiempo que hace y lo agustito que se está tomando una cervecita, “¿eh?”, y cuando pensaba que mi conversación estaba dando sus frutos Reme ha vertido su café hirviendo sobre mi camisa y he dado un alarido que se ha oído en toda la oficina. Me ha dejado escalado y más enamorado que nunca. No sé que tiene esta chica, si es la mala ostia o ese perfume repulsivo que avisa desde lejos de su presencia y altera el latido de mi corazón. Mañana intentaré una nueva aproximación pero esta vez cuando no esté tomando café.

PROBLEMA Nº23

En el descanso he ido a buscar a Reme y me la he encontrado coqueteando con Rogelio. Por una vez en mi vida me hubiera gustado ser Rogelio, pero no, soy Lío, y la voy a liar. Terminado el coqueteo me he reunido con aires misteriosos con Rogelio para asegurarle que tengo un contacto que me ha informado que en la Sierra de Guadarrama hay una plantación de marihuana clandestina. El reportaje sería la bomba, pero “necesito tu inestimable ayuda, hay que localizar la plantación”. Rogelio, que siente admiración por mi olfato periodístico, no ha dudado en ofrecerse y de esta forma lo he tenido toda la semana recorriendo la sierra y alejado de mi amada. La semana que viene le haré perderse por la Sierra de Cuenca.

PROBLEMA Nº24

Nuevo intento de acercamiento. La he visto entrar a la oficina y que iba hacia el ascensor y he ido a todo correr para subir con ella. Me ha mirado con esa furia reconcentrada que tanto me gusta y tanto temo. El silencio era tenso y para mi sorpresa ha sido Reme la que ha roto el hielo ”¿Te gustan las setas?” “Me encantan” “Pues mi padre tiene una cesta de setas especialmente recogidas para ti” Temiéndome lo peor he contestado “No hace falta que se moleste” “No es molestia, mañana te las traigo”. Al día siguiente me ha dejado la dichosa cesta encima de mi mesa con una tarjeta que decía “Qué te aprovechen”. Me he pasado dos horas investigando en internet tratando de discernir si eran venenosas. Ante la duda le he regalado la cesta a Rogelio, espero que no le pase nada.

PROBLEMA Nº25

Rogelio ha aparecido por la oficina sin síntomas de envenenamiento, lo cual lo he tomado como un signo favorable a mi relación con Reme. Supongo que la realidad es menos benévola, y que Reme no quería matarme, simplemente deseaba hacerme pasar un mal rato. En cualquier caso el optimismo ha inundado mi espíritu y me he atrevido a un gesto galante, le he regalado una rosa con una nota que decía: “Me gustaron mucho las setas, pero más me gustas tú”. Ha sido sin duda audaz, arriesgado, romántico. A escondidas la he visto recibir mi regalo, leer la nota y arrojar la flor a la papelera, lo que ha provocado la confusión de mis sentimientos. Por un lado estoy desolado por mi amor despreciado, por el otro eufórico por un problema que crece y crece cada día más. Dolor y alegría, pasión y desolación, amor y problemas. Sin duda estoy viviendo la mejor época de mi vida.

PROBLEMA Nº26

Visto que Reme no me hace caso he decidió hacer un paréntesis e irme de juerga con mis amigos. El alcohol será mi mejor medicina y mis dos amigos la mejor de las compañías. Son Aquenó y Sinver. A Aquenó le bauticé una noche a las tantas de la madrugada. Iban a cerrar la disco y como me aburría no se me ocurrió otra cosa que decirle: “A que no te bebes el cubata de un trago” y el tío dijo “A que sí”, y se lo ventiló en un segundo. Asombrado le dije, “A que no te bebes otro” “A que sí”, se fue a la barra, pidió un whisky con Coca-Cola y se lo bebió al instante. Aquello no tenía lógica pero ya que había empezado no quise dejarlo “Eres un animal, no creo que te bebas otro” “Ya no me apetece” pero yo insistía “Conocí a un tipo que se bebió cinco cubatas de golpe” “Paso” entonces una lucecita iluminó mi cerebro y di con la palabra clave “A que no…” “¿Qué no? A que sí” y acabó con un pedo que no podía ni sostenerse. Esa noche descubrí su don, y cada vez que puedo me aprovecho de él. “A que no haces esto”, o “A que no haces aquello” y no puede evitarlo y siempre es “A que sí”.

PROBLEMA Nº27

A mi otro amigo le apodé Sinver que viene de sin vergüenza. Es abogado, el mejor que conozco, o al menos el más despiadado, capaz de defender a la peor calaña de la sociedad y de realizar las mayores bajezas con tal de salir airoso de los juicios. Violadores, asesinos, estafadores, narcotraficantes, etc. conforman su selecta lista de clientes, y todos se dejan asesorar por Sinver confiados en sus métodos expeditivos y en su total ausencia de escrúpulos. Una vez le tocó defender a un inocente, era un ser desvalido al que habían acusado de violación, y su defensa se basó en la imposibilidad del delito porque el acusado era impotente. Tanto empeño puso en su alegato final que sugirió que la propia jueza podría comprobar el hecho eximente acostándose con el acusado. La jueza no daba crédito a lo que estaba oyendo, el público se aguantaba la risa y el preso ponía cara de resignación pero al final Sinver ganó el juicio además de una severa amonestación. No le importó, que la victoria le redimía de todos los castigos. Una noche le pregunté por sus motivaciones profesionales y me dijo “El artículo 24.2 de la constitución establece que todo acusado deberá ser asistido por un abogado penalista” “Vale, ahora en serio, ¿por qué lo haces?” “¿Por qué va a ser? por dinero”.

PROBLEMA Nº28

Estábamos en un bar a las tantas de la madrugada cuando me he fijado que en la barra estaba Reme con un energúmeno que a la legua dejaba ver sus libidinosas intenciones. Me he escondido como animal al acecho, sin poder acercarme pero sin querer irme. Reme no parecía demasiado entusiasmada con el entusiasmo de su acompañante así que cuando Sinver ha propuesto que nos fuéramos a una discoteca he decidido actuar. Antes de salir del bar le he dicho a Aquenó “A qué no le jodes el plan a aquel tío con la morena de gafas” “A que sí”. Aquenó tiene, además del mencionado don, una innata capacidad de improvisación. Se ha acercado a la parejita contoneando las caderas y agarrándole el brazo al mostrenco le ha soltado en plan maricón “Hola guapo, lo pasé muy bien la otra noche contigo, llámame cuando quieras” y sin más le ha mandado un beso acompañado de un guiño y se ha ido tan campante. El desgraciado se ha quedado con la boca abierta y he visto como Reme más que enfadada parecía aliviada, por fin podría librarse del pesado ese. De nuevo ha triunfado mi amor por Reme, y, agradecido, le he invitado a Aquenó al resto de cubatas de la noche.

PROBLEMA Nº29

Lunes, he vuelto a ver a Reme después del largo fin de semana. Cada vez me gusta más pero estoy confuso, no se me parece en nada. Es amable, cae bien a todo el mundo, se esfuerza en cooperar, se arrima al término medio y huye de los conflictos. Somos el día y la noche, el agua y el aceite, el polo norte y el sur… somos tal para cual. Ella es Reme que viene de Remedios, y yo soy Lío, que viene de liante. Ella soluciona problemas yo los busco. La adoro por partida doble, es el amor de mi vida y a la vez mi mayor problema.

PROBLEMA Nº30

Nuevo fracaso y desesperación. Hemos tenido que ir juntos a cubrir un reportaje sobre una anciana que había perdido a su lindo gatito. El tema era apasionante, no por el gato en sí, si no por la compañía de Reme. He sido pura amabilidad y todo sonrisas pero cuando la adorable ancianita ha comenzado a lloriquear mientras describía su lindo gatito desaparecido y lo he oído maullar en otra habitación y lo he encontrado en la cesta de la ropa sucia no he podido evitar decir “Señora, usted no ha perdido al puto gato, usted está más sorda que una tapia”, entonces Reme me ha reñido por ser un desconsiderado y yo le contestado que daba igual, que la jodida sorda no me oía y que no habíamos hecho más que perder el tiempo. No parece que le he convencido, porque ha ido a consolar a la ancianita y no me ha vuelto a dirigir la palabra en toda la tarde. Creo que debo moderar mi lenguaje y mis instintos criminales si quiero enamorar a Reme.

PROBLEMA Nº31

He regresado a la redacción enfadado por mi fracaso y por una noticia que no hay por donde cogerla. Me he sentado ante el teclado y haciendo un enorme esfuerzo de imaginación he conseguido escribir un brillante artículo sobre una mafia albanokosovar que secuestra gatitos a ancianas desvalidas para luego venderlos en el mercado negro. Me ha quedado estupendo, especialmente el título: “GATITOS EN PELIGRO”, y, todo ilusionado, he ido a enseñárselo a Reme para que me diera su aprobación. Lo ha leído horrorizada, y, sin dar crédito a la veracidad de los datos aportados ni a mi elegante prosa, me ha dicho “Tú no estás bien de la mollera”. No sabía si tomármelo como un cumplido o no. Entonces me ha entregado el artículo que ella había escrito donde se reflejaba la dura realidad de la soledad de muchos ancianos que, desvalidos, no tienen quien les ayude a encontrar a sus seres más queridos, en este caso a un lindo gatito. Me ha dejado impresionado con su capacidad de empatía, por el enfoque social de su argumentación y por la ternura en el tratamiento que a punto ha estado de llevarme a un sentimental lagrimeo. He pensado “Esto es el verdadero periodismo y no lo que yo hago”. Le he dado mi beneplácito y lo ha mandado a imprenta.

PROBLEMA Nº32

Decidido a enmendar errores he hecho lo que ningún periodista con un mínimo de dignidad nunca debería hacer, ser fiel a la realidad. He llamado al padre de Reme y le he convencido para que me hable de los hongos y de su proceso reproductivo. El hombre al principio no se fiaba de mí, pero tanto he insistido, tantas muestras le he dado de mi arrepentimiento y tanto he apelado al interés del público por el mundo de los esporangios que no ha podido negarse. Nos hemos juntado en su casa de campo, y, muy amablemente, me ha soltado una chapa de más de dos horas que casi provoca el colapso de mi sistema nervioso. Pero mi amor por Reme ha podido más que el más infame de los aburrimientos, he tomado fielmente nota de todo y he escrito el artículo más insulso de toda mi vida. Escondido al final del suplemento cultural ha supuesto un borrón en mi trayectoria como intrépido reportero y ha recibido tan solo tres visitas en la edición digital, supongo que una era del padre de Reme, la otra de su mejor amigo y la última rezo para que fuera de Reme. Al día siguiente Reme me ha dado las gracias de parte de su padre que estaba de lo más contento con el reportaje. Su sincera sonrisa ha compensado con creces mi fracaso profesional.

PROBLEMA Nº 33

Me ha llamado el padre de Reme entusiasmado por mi artículo sobre el sistema reproductivo de los hongos. Pensando que mi interés por la micología es real me ha invitado a ir este fin de semana a recoger setas ya que la temporada viene bien y conoce un “lugar secreto, a desmano de los malditos robasetas, donde nos vamos a poner tibios”. “No se me ocurre mejor plan para este fin de semana” he logrado articular ocultando mi espanto. Así que hemos ido y me he pegado tres horas monte para arriba, monte para abajo sin encontrar maldita la seta. El padre de Reme no lograba disimular su decepción pero me ha asegurado que para el fin de semana que viene tiene otro “lugar secreto, a desmano de los malditos robasetas, donde nos vamos a poner tibios”. No he podido negarme al ver lo ilusionado que estaba. Espero que Reme sepa apreciar mis enconados esfuerzos por alcanzar su amor y mientras tanto cuento los días para que termine la temporada de setas como un preso los va contando hasta que llegue el día de su liberación.

PROBLEMA Nº 34

Algo ha cambiado entre Reme y yo, ahora me sonríe como el amigo de su padre que no soy, y como el experto micológico que tampoco soy. Es un avance comparado con la cara de asco que me ponía cada vez que me asomaba a su vera, pero no es suficiente, tengo que dar un paso más. Mi instinto periodístico me anima a rebuscar en su oscuro pasado y en su trasfondo más oculto para así poder tomar ventaja en nuestra futura relación. Me he decidido a investigarla y para ello nada mejor que tener acceso a su ordenador. Como en su día cacé al informático del periódico practicando el onanismo delante de la pantalla lo tengo cogido de los huevos, y le he pedido las claves de acceso al ordenador de Reme. Ahora puedo conocer sus gustos, aficiones, amistades y amores… y pienso aprovecharme de ello.

PROBLEMA Nº 35

Ilusionado he activado las claves y he entrado en el ordenador de Reme para comprobar horrorizado que entre sus correos personales ha enviado a sus amigas unas foto con mi rostro caricaturizado con unos cuernos y un bigotillo tipo Hitler con un mensaje que decía: “¿Se puede ser más patético?”. Las respuestas de sus amigas no se han hecho esperar, grandes risas, burlas sobre mi pelo pincho e insultos variados. Me he enterado que la soltera entrada en años con anillo de casada es amiga de Reme, y sus comentarios han sido los que más me han dolido: “A ese lo conozco, no vale nada y menos en la cama”. Decir eso de mí, ¡de mí!, que siempre me he considerado un portento en el lecho amatorio. Enorme depresión. Apago el ordenador y contemplo melancólico caer la lluvia tras la ventana.

PROBLEMA Nº 36

Sanaré mi depresión con una dosis extra de problemas y alcohol. Aprovechando el puente de la constitución me voy una semana a Ibiza con Sinver y Aquenó. Pienso arrasar la isla. No volveré hasta el día 10.

PROBLEMA Nº 37

Regreso de Ibiza agotado. Mi estado melancólico me ha llevado a generar más problemas de lo habitual, buscando en el conflicto el bálsamo al desprecio de Reme. Nada más subir al avión he comenzado el despropósito. Al despegar he llevado a cabo el numerito del vómito. “¡Ah, ah, que me mareo!” y venga arcada para aquí, y venga arcada para allá. Tanto aspaviento ha provocado que los que vomitaran fueran dos de mis vecinos de asiento, un señor muy gordo y una agradable ancianita. Cumplida mi misión, y, visto el olor dejado por la vomitona a dúo, me he levantado y me he ido al final del avión en busca de un asiento libre. Tras pedir permiso a un amable señor que estaba leyendo tranquilamente me he sentado, y, como me aburría, le he comenzado a soltar la chapa sobre la reproducción de los hongos. Tras una hora de aleccionamiento sobre el himenio y las esporas el pobre hombre ya no sabía dónde meterse, y, apiadado, he ido a ocupar el baño durante el último cuarto de hora de vuelo. He salido subiéndome los pantalones justo antes del aterrizaje, y he podido contemplar el odio en los rostros de quienes hacían cola ante el aseo. Ha sido un vuelo magnífico.

PROBLEMA Nº 38

Nada más llegar al hotel he visto un cesto con sábanas sucias que iban camino de la lavandería. He cogido dos y me las he puesto a modo de túrbate y túnica, y en la recepción he puesto cara de loco mientras me aferraba a mi maleta como si en ella transportara una bomba atómica. He visto el terror en el rostro de la recepcionista que ya se imaginaba a Bin Laden en misión suicida. He contestado con pequeños gruñidos a sus preguntas y he subido a la habitación. Cuarto piso, salgo del ascensor y veo que están limpiando varias habitaciones. Entro en una que encuentro vacía, marco el número del restaurante y, tras mirar la carta, solicito el plato nº1, el nº5, fruta variada, tres tipos de postres y una botella de Moët & Chandon. Cuelgo. Antes de ir a mi habitación voy cambiando los letreros que sustentan las manillas de todas las puertas, y donde pone “No molestar” pongo “Entren para hacer la limpieza”, y al revés. Cierro la puerta y me tumbo en la cama, ¡Dios mío, estoy desatado! Si continúo así este viaje va a terminar mal.

PROBLEMA Nº39

Sinver y Aquenó me esperan a las ocho en el bar del hotel para tomar una caña antes de salir de marcha. Se ríen de mis ocurrencias pero noto el temor en sus miradas, me conocen y saben que estoy fuera de mí, una fuente inagotable de conflictos a punto de estallar. Vamos a la discoteca, Pachá. En el camino me he bebido media isla, así que cuando entro ya estoy entonadillo. Sinver y Aquenó han desaparecido buscando en la oscuridad de la sala el refugio que les ponga a salvo de mis barrabasadas. Veo un travestón de casi dos metros con unas plataformas de cincuenta centímetros que camina bailando entre la multitud con singular gracejo. Aprovechando el tumulto le pongo la zancadilla y lo veo caer con gran estrépito. Lo levantan y retoma su desfile, pero al poco vuelve a caer. Es divertido y continúo así hasta que el artista desiste de su paseo y se retira molido y apesadumbrado a su camerino.

PROBLEMA Nº40

Sinver y Aquenó me evitan, y tampoco me extraña. Lo mismo hacen las bellas damas de la sala que prefieren a hercúleos mozalbetes de mente plana que lucen pectorales en ridículas danzas. No puedo más, he bebido tanto que mi vejiga reclama atención pero en el baño hay una larga cola a la espera de miccionar y consumir sustancias filosóficas. Aguanto a duras penas la orina, y, cuando estalla la música y veo que en la pista han comenzado a soltar espuma, me lanzo con la bragueta bajada en una alocada danza en la que meneo las caderas mientras meo. Ha sido fantástico, ir regando la sala al son de un ritmo atronador. Aliviado me he dirigido a una gogó con muy poca ropa y, pensando que era lo que no era, le he introducido cincuenta euros en la tanga. Ha venido el de seguridad y me ha expulsado de la discoteca.

PROBLEMA Nº41

Paseo en soledad por la orilla del mar. Contemplo la luna y me acuerdo de Reme, su sonrisa, sus bonitas piernas, su mala uva… y me pongo de rodillas para gritar desesperado: “¡¡¡Remeeeeee, yo te quiero!!!” pero el mar no escucha mi llanto, así que grito todavía más fuerte: “¿¿¿¿Se puede ser más patético????”, “La verdad es que no” me contesta un policía municipal que, muy amablemente, me entrega una multa por escándalo público. Comienzo a llorar sobre su hombro y el uniformado, comprensivo, me anula la multa y me dice “Váyase a casa, hombre, y ¡súbase la bragueta, haga el favor!”. En mi desesperación etílica no me he dado cuenta de mi patético aspecto, así que elevo anclas y me voy al hotel a dormir la mona.

PROBLEMA Nº42

Me levanto con una resaca de muerte. Hemos quedado en el restaurante del hotel para comer. Mis dos amigos me saludan de buen humor, terminaron la noche con unas amigas que se encontró Sinver y han quedado hoy para ver la puesta de sol en un chiringuito de excelente localización. Les prometo que me comportaré y que no la voy a liar, pero no parecen muy convencidos. Llegamos puntuales a la cita. Son tres las amigas de Sinver y una me hace ojitos. No me gusta especialmente pero entonces Sinver me dice las palabras mágicas: “Ten cuidado con esa, fue clienta mía” “¿De qué le acusaban?” “Se acostó con un desconocido que apareció al día siguiente cosido a navajazos” La contemplo y tengo una visión deslumbrante del mayor de los problemas: LA MUERTE, y no puedo evitarlo, me lanzo empujado por una fuerza sobrenatural a coquetear con ella.

PROBLEMA Nº43

La puesta de sol, los pechos desbordantes de Claudia, la amiga de Sinver, y su oscuro pasado me han puesto en tal estado de excitación que me he olvidado de Reme. Me lanzo a una conquista que me puede llevar al lecho mortuorio. La muerte siempre ha sido para mí un misterio, por un lado es el mayor de los problemas pero por otro significa la nada más absoluta y, en consecuencia, la ausencia total de problemas. Una duda existencial que ahogo con cubatas bien cargados. Le pregunto a Sinver “¿Estás seguro de que era culpable?” “Seguro, la cazaron con el arma homicida y en el lugar de los hechos” “¿Y cómo se libró de la cárcel?” “Alegué pruebas circunstanciales” “¡¡¡pero si estaba junto al cadáver acuchillado!!!” “Precisamente”. No entiendo nada, solo sé que en estos momentos Claudia representa un problema mayor del que es Reme. Espero sobrevivir a esta noche.

PROBLEMA Nº44

Me he acostado con Claudia y, después de hacer el amor, se ha quedado durmiendo plácidamente en la habitación de mi hotel. Yo no he pegado ojo imaginando que a la dulce dama le diera por cometer un nuevo crimen. A las tres de la mañana se ha despertado y cuando ha hecho amago de levantarse he pegado tal salto que ni Fumanchú en acrobática postura de defensa. Le he dado un susto de muerte. “¿Pero qué te pasa?” me ha preguntado sobresaltada “Nada, mi amor, una pesadilla”. Se ha ido al baño y, después de tirar de la cadena, ha vuelto a dormir como si nada. Yo, por si acaso, he permanecido despierto y al acecho hasta que ha asomado el sol. Al día siguiente hemos alquilado un barco y nos hemos ido a recorrer los mares, y, entre bostezo y bostezo, me la he tirado de nuevo. Ha vuelto a dormir a mi lado y he permanecido de guardia sin cerrar maldito el ojo, y así durante tres días con sus largas noches.

PROBLEMA Nº45

No puedo más entre la tensión y el poco dormir. Sinver se ha apiadado de mi desmejorado aspecto y me ha descubierto la verdad: “¡Que era broma, hombre, que no es una asesina!” Entre alegres risas me ha asegurado que si que fue cliente suya pero en un sencillo caso de disputa vecinal, y que se había inventado lo del crimen para ver cómo reaccionaba. Casi lo mato. Me he ido directamente a la cama y he dormido durante veinticuatro horas, con el teléfono apagado y las persianas bajadas. He soñado con Reme y creo que mi amor ha renacido. Al día siguiente nos vamos y ni me despido de Claudia, sin el problema añadido de la muerte ha perdido todo atractivo para mí. Mis amigos me toman el pelo y nos reímos juntos de una buena broma que recordaremos siempre. Vuelo de vuelta y repito el numerito del vómito con gran éxito.

PROBLEMA Nº46

Lunes, vuelvo a ver a Reme en la redacción. Le saludo muy amablemente y me ignora totalmente, lo que renueva, con más fuerza si cabe, mi amor hacia ella. No creo que nunca pueda resolver este mi gran problema y me siento feliz en mi infelicidad. Al anochecer, con la redacción vacía, he encendido su ordenador y activado sus claves y he comprobado que mientras yo estaba emborrachándome en Ibiza ella ha hecho el tramo navarro del Camino de Santiago, de Roncesvalles a Viana, seis días andando y durmiendo en albergues y le ha parecido la mejor de las experiencias. No nos parecemos en nada pero esto va a cambiar, a partir de ahora, si quiero que sea mía, tendré que ser como ella.

PROBLEMA Nº47

Decidido a no ser un pozo sin fondo de conflictos le he llamado al padre de Reme y le he regalado una pequeña navaja para que coja mejor las setas. El hombre no cabía en sí de gozo, y yo experimentaba una nueva sensación, la de hacer el bien sin esperar nada a cambio. Nos hemos tomado una cervecita al sol de una terraza, y, cuando ya nos íbamos, el hombre me ha dado un caluroso abrazo, todo agradecimiento, y yo, aprovechando la circunstancia, le he robado la navaja del bolsillo de su abrigo. No sé porqué lo he hecho, pero ha sido algo superior a mí. Miro la navaja en mi mano y sonrío imaginando al padre de Reme volviéndose loco por encontrarla. No puedo evitar ser así y temo que nunca podré cambiar.

PROBLEMA Nº48

Me ha llamado el padre de Reme desesperado, que no encuentra la navaja, que la ha buscado por todas partes y que nada. ¡Qué placer tan grande siento al escuchar tales palabras!, pero, en seguida, surge un sentimiento extraño en mí, la compasión. No me lo puedo creer… ¡yo! ¡compadeciéndome de una de mis víctimas! esto es excesivo, a este paso tendré que ir a hacer terapia. Le digo que no sé preocupe, que veré si yo la encuentro. Cuelga algo más tranquilizado, y, mientras jugueteo con la navaja, dudo, ¿seré capaz de devolverla?

PROBLEMA Nº49

Le he devuelto la navaja al padre de Reme, le he dicho que la encontré en el bar donde estuvimos tomando la cerveza. Innumerables muestras de gratitud que yo recibo indiferente porque mi alma está a otra cosa, en un conflicto entre lo que soy y entre lo que me estoy convirtiendo: un hombre decente. Aparto asustado está visión de mi mente y me voy a ver el futbol al bar de la esquina, a ver si pierde el equipo local.

PROBLEMA Nº50

Reme ha venido a sonsacarme. Me ha agradecido el gesto que he tenido con su padre, pero la conversación se iba pareciendo cada vez más a un interrogatorio hasta que al final me ha soltado: “¿En que bar recuperaste la navaja?”, “En la terraza de la Tropicana”, entonces ha cortado la charla y se ha marchado a hacer un recado de lo más urgente. La veo salir a toda prisa y cojo el teléfono para llamar al camarero de la Tropicana que me conoce. Le ofrezco cincuenta euros por avalar mi versión y quedo a la espera de noticias. Al poco el camarero me ha llamado para confirmarme que una tipa muy borde ha ido preguntado por una navaja extraviada.

PROBLEMA Nº51

Reme no se fía de mí, y lo entiendo. Yo tampoco me fío de mi y de mis instintos primarios. Tengo que ganarme su confianza como sea, así que de nuevo he realizado una incursión en su ordenador, y, sorprendido, descubro que entre sus aficiones sexuales está el masoquismo. Cuero, fustas, látigos, cadenas, sumisiones, humillaciones… ella, tan modosita que parece y está más salida que yo en una fiesta de mujeres casadas. Me la imagino encerrándome desnudo en una jaula mientras me insulta y me escupe, y sufro tal excitación que tengo que ir al aseo para calmarme. Un amor imposible y un sexo depravado, definitivamente Reme es el amor de mi vida.

PROBLEMA Nº52

He ido a la oficina elegantemente vestido con chupa y pantalón de cuero, un ajustado atuendo con el que pretendo conquistar a mi amada. La he esperado en la sala de descanso y, cuando ha entrado, se me han caído los azucarillos y me he puesto a recogerlos a cuatro patas, insinuando mis bien formados glúteos sobre los que fustigar el látigo de su deseo. Al levantarme la he visto turbada ante tan excitante visión. Sin duda es un primer paso, mañana vendré disfrazado de punk con una cadena al cuello y unas esposas en bandolera.

PROBLEMA Nº53 (EL CASO DE LA VIUDA FURIBUNDA)

Se me ha ocurrido la brillante idea de crear un inspector de policía ficticio, le he llamado Martínez O`Callagan. El Martínez le da un aire castizo, el O´Callagan evoca al FBI y al más duro de los inspectores. La verdad es que después de mis numerosos artículos ridiculizando la labor de la policía me tienen vetado en el cuartelillo, y, cuando he ido a investigar el asesinato del Vizconde de Argamasilla, me han dado con la puerta en las narices. Sin información fidedigna sobre el caso no he tenido más remedio que inventármela, y con la inestimable colaboración del inspector Martínez O´Callagan he resuelto el crimen.

PROBLEMA Nº54

El Vizconde de Argamasilla era un personaje popular, no por su persona en sí, que era insignificante, si no por su mujer, todo un carácter. Doña Elena pertenece a los círculos más carcas del país y no hay ceremonia religiosa, ni jura de bandera en la que no esté presente. A la pareja la entrevisté una vez, y el Vizconde no pudo abrir la boca avasallado por su mujer que opinaba por los dos. Al terminar la entrevista pensé, “¡Pobre hombre, si yo fuera él ya me habría suicidado!”. Esta fue mi intuición, y, como soy muy bueno en el arte de la Problemática, he enfocado mi investigación (y la de Martínez) en esta dirección.

PROBLEMA Nº55

Mi artículo del dominical exponía la teoría de un suicidio en vez de un asesinato, y con pruebas aportadas por el inspector Martínez O´Callagan he ido corroborando esta línea de investigación. Ha venido a la redacción el Inspector Jefe del distrito central a pedir explicaciones. La reunión ha sido tensa, y el inspector ha estado de lo más impertinente: “¿Pero quien cojones es el inspector Martínez O´Callagan?” “Usted sabrá que es el jefe de la policía” le he contestado. “No hay tal inspector, y no se trata de un suicidio, es un claro caso de asesinato” “No opina lo mismo O´Callagan” “¡¡¡Que no existe el hijo puta ese!!!”. Casi me entra la risa. Le hemos conseguido calmar y, tras darnos permiso para colaborar en el caso, le hemos prometido moderar las opiniones del ficticio inspector.

PROBLEMA Nº56

He ido con el Inspector Jefe a investigar el crimen del Vizconde de Argamasilla. Hemos entrado en el palacio familiar, un enorme edificio en estilo neoclásico, y nos ha recibido doña Elena. Al verla tan estirada, tan seca y tan de luto he sentido envidia del pobre Vizconde, una vida junto a esa mujer tiene que ser una pesadilla, precisamente lo que yo anhelo conseguir cuando me case. Si me falla lo de Reme a lo mejor le tiro los tejos a la viuda. Nos ha llevado hasta el despacho donde asesinaron al vizconde, una elegante sala donde todavía se apreciaban rastros de sangre sobre el escritorio. A las doce del mediodía sonó un disparo y Doña Elena corrió hasta el despacho para descubrir a su marido con el cráneo destrozado por un disparo a quemarropa. La ventana estaba abierta y no había rastro del arma homicida. “Un claro caso de asesinato, ya se le advertí” me dijo el inspector, “Eso parece”, contesté.

PROBLEMA Nº57

Interrogué a la viuda, quien me respondía con una rabia reconcentrada. “¿Vio usted escapar a alguien por la ventana?” “No vi a nadie”, “¿Tenía su marido algún enemigo además de usted?” “¿Cómo se atreve?, es usted un impertinente” “Conteste a la pregunta” “No, que yo sepa”. Siento que sería capaz de estrangularme, y eso me pone cada vez más cachondo. “¿Practicaba el sexo habitualmente con su marido?” “Es usted un imbécil”. Cero patatero, a poco que me insinúe me la cepillo. El inspector jefe, viendo el cariz que estaba tomando el interrogatorio, desvía la conversación hacia el arma homicida y pide permiso para registrar el palacio en su búsqueda.

Esta historia de Lío y Reme está siendo escrita por Luis Goñi Iturralde, autor de esta web, y, poco a poco, veré en que termina. 

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