No sabemos si recomendárselo… es un libro pedante: “Continuó Lord Henry, con su voz baja y musical y con aquella graciosa flexión de mano que fue siempre tan característica en él y que ya tenía en la época de Eton”
Cuando recuerdo mi infancia me pregunto cómo pude sobrevivir siquiera. Fue, naturalmente, una infancia desgraciada, se entiende: las infancias felices no merecen que les prestemos atención. La infancia desgraciada irlandesa es peor que la infancia desgraciada corriente, y la infancia desgraciada irlandesa católica es todavía peor
Sin destino nos cuenta el año y medio de vida de un joven judío húngaro deportado al campo de concentración de Buchenwald, lo que allí vio y lo que padeció hasta que fue liberado. El libro es, más o menos, autobiográfico porque su autor, Imre Kertész, fue ese joven de quince años y le tocó vivir aquella experiencia.
Heinrich Böll en la introducción de El honor perdido de Katharina Blum escribe “Las personas que se citan y los hechos que se relatan son producto de la fantasía del autor. Si ciertos procedimientos periodísticos nos recuerdan a los del Bild-Zeitung, el hecho no es intencionado ni casual, sino inevitable“.
Cuando lo llaman el Siglo de Oro de la literatura en castellano por algo será. Quevedo pertenece a ese siglo y a una generación entre las que están figuras de la talla de Cervantes, Góngora, Garcilaso o Lope de Vega.
“Era, por lo demás, uno de esos hombres que prefiere asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración de vivirla. Habrán observado que son personas que contemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra a contemplar un día de lluvia”
Si hay que elegir un libro entre las obras de Dostoyevski elegimos Crimen y Castigo porque siendo, como casi todos, muy bueno es de los más sencillos de leer. Los rusos escriben, en general, largo y tendido, y se enredan con las tramas y el análisis psicológico de los personajes, y Dostoyevski en esto era un maestro.
Ignatius J. Really es todo un personaje, grande, zafio, engreído e inadaptado que vive con su pobre madre alcohólica encerrado en su cuarto la mayor parte del día escribiendo de su puño y letra su particular visión del mundo
El tío Ratero vive en una cueva y se dedica a cazar ratas que luego vende para que la gente se las coma. En la España profunda de la posguerra, donde el hambre apretaba, las ratas eran un manjar en las humildes mesas de los pobres, algo similar a lo que es ahora una perdiz o un conejo.
Juan Rulfo (México, 1917-1986) fue un hombre triste, melancólico, de pocas palabras y con una vida que se volvió triste cuando en 1923 la revolución de los Cristeros, unos iluminados religiosos, asesinaron a su padre y a muchos de sus familiares.